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Capitulo 37: el éxodo de los lobos

El refugio huele a muerte.

La pólvora aún flota en el aire, mezclada con el hierro de la sangre seca. Los cuerpos de los hombres de Vittorio permanecen esparcidos por el suelo, como si fueran ofrendas inútiles a un dios cruel. Y, sin embargo, no siento triunfo.

Siento vacío.

El lugar que debía...