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Capitulo 30: el golpe invisible

El refugio amanece en un silencio distinto. Ya no es la calma tensa de días anteriores, ni el rugido contenido de dos lobos a punto de destrozarse. Es otra cosa. Una calma expectante, como si incluso el aire supiera que algo ha cambiado.

Y ese algo soy yo.

Los documentos de Leonardo descansan ...