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Mi paquete. Mía.

—Está bien— susurré al cristal, a mí mismo—. Quiero una ventana. Una que muestre las estrellas. Estrellas de verdad.

La luz floreció desde la pared lejana. Una gran abertura arqueada creció como raíces que se extendían, y a través de ella vi el cielo nocturno, mi cielo. No el que estaba sobre el ca...