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Enseñarles nuestro idioma.

Esperamos hasta que los niños tuvieran las caras pegajosas y estuvieran absortos en una película. Layah se quedó acurrucada al pie de la cama, con los ojos entrecerrados, fingiendo dormir.

Toqué la muñeca de Noah y moví la barbilla hacia el pasillo.

—Tú también, Levi.

Salimos y dejamos que la pue...