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Los antojos de un gremlin.

Ella yacía debajo de mí, su cabello extendido sobre las almohadas como luz de estrellas, sus labios entreabiertos mientras su pecho subía y bajaba con tranquila anticipación. Mi mirada recorrió la suave curva de sus pechos, la pendiente delicada de su vientre, la sutil amplitud de sus caderas que an...