




CAPÍTULO 3
Capitulo 3
- ¿albacea?- estaba exaltada, no podia depender de el, mi madre confiaba en el amor ciego que sentía por Jonathan pero yo no queria darme ese lujo, confiar mi dinero por seis años me volvería loca.
- Ella pide que te quedes en la mansión con tu padrastro, el te entregara los bienes que te corresponden despues del fallecimiento - El abogado me entrego una lista detallada de las cuentas y casas que pasarían a mi poder.
- ¡Ustedes planearon esto para quitarme todo!- grite a los dos, no querian que me vieran como la tonta del cuento, la niña que podían dominar.
- ¡cálmate y sientate! - Jonathan me miro furioso frunciendo el ceño, me senti la niña de ocho años temerosa a sus regaños y obedecí - Disculpa, esta bastante alterada - le explico al abogado que agacho la mirada
- Nunca me habian acusado de algo tan vil, tengo una de las mejores carrerras de leyes del país, Marian confio en mi como lo hizo su familia por muchos años - el hombre cerro el maletín
- ¿familia?¿Conoce a la familia de mamá ?- ella nunca me habia contado de la existencia de miembros de mi familia, su frase favorita era recalcar que nos teníamos una a la otra y a nadie mas.
- No se m permite hablar de este tema - suspiro el hombre -¿Aceptara ser el albacea?- le pregunto a Jonathan ignorandome
- Es lo que queria Marian - acepto sin chistar, sabia que me tenia en sus manos no podria irme de la mansión sin perder el derecho a su fortuna.
Al salir el hombre intente retirarme pero me lo impidió -¡¿Porque fuiste tan grosera?! - coloco su mano con fuerza en el escritorio dejándome de piedra, su voz gruesa ponía nervioso a cualquiera, y hacia catarsis a mi infancia donde sus ordenes eran ley y me atemorizaba.
- Porque se planeas, ni me darías un centavo de tu fortuna por las buenas - si, estaba nerviosa pero no me habia escapado del internado para doblegarme.
- Deberías investigar antes de hablar niña, es obvio que no sabes nada de lo que sucede - abrio el cajón de su escritorio para sacar unos papeles que me entrego antes de salir - Si quieres hablar búscame en mi oficina -.
Al pasar dejo su aroma varonil en el aire , habia estado diez años rodeada de mujeres, que el aroma de un hombre como Jonathan me causara cierto cosquilleo en mi intimidad lo consideraba en el rango de lo normal, algo habia cambiado en mi con la escena de la noche, lo vi de una manera tan diferente que en mi cabeza solo existia esa imagen, sus musculosos brazos sosteniendo a una mujer que saltaba sobre el, tenia que pensar diferente o caería en sus redes.
Revise los papeles que el me entrego, no entendía mucho solo se explicaba una larga lista de clausulas y bienes, necesitaba la ayuda de un profesional, pensé en Clara pero ella seguia siendo empleada de Jonathan, debia buscar un agente externo para tener una visión mas clara de mis pasos.
Al salir de la oficina de el, Sam me jalo del brazo y me arrinconó contra la pared -¿Porque no te doy la bienvenida? Debes estar nerviosa al sentirte alejada de todo - suspira muy cerca de mi oído
No me gustaba su mirada, observaba mi cuerpo con deseo y morbo haciéndome sentir culpable de usar una pijama ajustada - No quiero nada de ti - le di un empujón pero no logre moverlo siquiera un poco
- Sigues siendo salvaje, pero ahora quiero domarte - mordía su labio mientras con su dedo índice delineo el borde de mi pijama pasando muy cerca al busto, lentamente bajo su mano intentando acariciar mi seno.
- Nadie doma a una salvaje - le di una patada en los bajos - Las mujeres no nacimos para ser domadas, deberias estudiar historia del último siglo - me burle de el mientras se agachaba intentando sostener sus bolas despues del dolor que le habia causado no solo a su virilidad si no a su ego de macho conquistador.
Subi a mi habitación, era horrible sentirte acosada, desde que sali del internado tuve que soportar los comentarios sexistas y las miradas morbosas de cientos de hombres en las calles ¿Acaso la mujer debe cargar con esto?, La respuesta ideal sería No pero solo me quedaba ser fuerte y soportar hasta saber una pista del paradero de mi madre.
Agarre la muñeca cascanueces, aun seguia en su empaque, recordé que antes de partir hacia Francia le pedi a la nana cuidarla y al parecer eso habia hecho, la saque para admirar cada detalle de su vestido rosa, ella representaba esa parte de mi niñez feliz que un dia sencillamente dejo de existir y aun me quemaba, la lance al suelo llena de rabia, no queria estar en la gran mansión de Jonathan Carpenter, no queria estar cerca de mi odioso hermanastro y mucho menos queria sentir esto en mi corazón por un hombre mayor y prohibido.
Decidí tomar una ducha, necesitaba sentir que mi cuerpo se relajara despues de aquella noche de emociones y mañana de sorpresas, habia una sensación diferente en mi, empece a explorar mi cuerpo, se que muchas mujeres lo han hecho desde mas jóvenes pero era la primera vez que sentía la necesidad de hacerlo, nunca había visto algo tan excitante y era la primera vez en mucho tiempo que tenía la privacidad de una habitación.
Aun no entiendo como llegue hasta mo feminidad, aquella que la noche anterior se habia humedecido, habia leido algo de la masturbación pero una cosa es la teoría y otra la práctica, mi mano empezo a moverse sola sobre mi punto g.
Cerré mis ojos para que la imaginación me ayudará, y ahora era yo la que me movia encima de Jonathan besando su boca ruda, mientras tocaba mis senos y bajaba lentamente a mi feminidad en mi cabeza el con sus manos fuertes me acariciaban.
Era la primera vez que lo hacia, la primera vez que el sexo me interesaba y no lo veia como algo asqueroso, quizas era mi transformación de madurez o el desarrollo normal de las cosas pero habia algo que no me dejaba disfrutar el momento de mi primera autoexploración, la imagen de mi padrastro que seguía vigente en la cabeza.
Logre encontrar una especie de liberación luego de sentir una corriente en mis piernas, esa sensación de incompleta estaba matando mi cabeza desde la noche pero ahora sentia como una chispa se encendía en mi y cai al suelo de la ducha respirando lentamente para procesar lo que seria mi primer orgasmo.
Termine la ducha, me sentia culpable y sucia por lo que habia hecho y pensando en quien, sali del baño en bata y recogí la muñeca del suelo, no podía sentir rencor de la que fue mi unica amiga de la infancia, mientras acomodaba su vestido de bailarina me percate de algo inusual, su vestido se sentia mas rígido de lo que recordaba, empece a quitárselo para inspeccionar la razón, pegado en el cuerpo de mi Barbie una pequeña hoja doblada en muchos pliegues.
" Mi conejo, soy yo mamá " esas primeras líneas por poco me hacen desmayar, era la letra de mi madre podría reconocerla a kilómetros, ademas tenia su fragancia esa que aun me acompañaba en mis noches.
" no estaré contigo por un tiempo, confía en Jonathan yo regresare ".
Necesitaba saber mas, leí unas 200 veces la pequeña carta pero no había mas que una frase de despedida, al examinar la hoja encontré un logo en la parte superior, un fondo verde y un par de cervezas chocando, recordaba ese logo fue parte de mi memoria, el nombre de
" Taberna Libertad" aparecía en la parte inferior del logo
Googlee intentando buscar algo, una sola pista aunque fuera inútil me daba esperanzas de encontrarla, habia una dirección asi que la anote en un papelito para después pedir un Uber me dirige aquel lugar
Cuando llegue mis ilusiones se desinflaron un poco, el lugar ya no existia se habia convertido en un cafe muy sencillo de pastelitos, quise entrar pasar el trago amargo con un cupcake de arándanos era mejor que regresar a casa a soportar mi propia soledad.
Una mujer con una gran sonrisa me atendió -¿Que quieres mi niña?- me dijo luego de entregarme la carta
Pedi un capuchino y un cupcake mientras miraba la barra -¿Sabe que paso con los anteriores dueños de la taberna?-.
- No se nada - dijo algo nerviosa mientras preparaba mi pedido.
Alce mi mirada apreciando la decoración del lugar muy a los años 50S una de mis décadas favoritas, algo me helo la sangre y me hizo levantar de la silla de inmediato - Ella.... Ella es mi mamá - señale una foto donde tres mujeres se abrazaban, mi mamá se veia mucho mas joven pero la reconocería a kilómetros de distancia.
La mujer abrio los ojos mientras sus manos temblaban, entro a la cocina -¡Ven rapido!- grito.
Una cara familiar salio de la cocina con lágrimas en los ojos pregunto -¡¿Eres tu Jade?!-