




4: El dinero de una prostituta
La escena que mis ojos veían era desoladora, pronto las lágrimas se comenzaron a acumular y sentí una profunda rabia. Fue en ese momento en que me di cuenta de que estaba llorando por ira y no por dolor. ¿Cómo pude ser tan tonta al no darme cuenta de las cosas? De que Peter solo quería sexo y dinero, al menos lo primero no se lo pude proporcionar.
—Espero que disfrutaran de la noche juntos —mi voz salió como un témpano de hielo y ellos se despertaron —. ¡Qué lindos los tortolitos, mientras ustedes tenían sexo, yo estaba en aquella celda de prisión congelándome del frío!
Peter se quedó helado al ver lo que pasaba. Él se levantó de la cama sin pensarlo mucho, y cuando me di cuenta de que estaba desnudo, fue que me di la vuelta.
—Ni te molestes, Peter —hice mis manos hacia atrás mientras mi cabeza veía a otro lado. —Oficialmente, hemos terminado, espero que disfrutes con la señorita lo que no disfrutaste conmigo. Aunque bueno, no creo que ella tuviera la virginidad que tú tanto querías.
Salí de aquel apartamento a toda prisa, pude escuchar los pasos de Peter a toda prisa mientras me seguía. Cerré el elevador justo en sus narices, dado que era uno de esos elevadores viejos. Pude verlo en todo momento a través de las rejillas.
—Qué tonta que fuiste, Alexandra —comencé a sollozar —, pero hasta aquí, voy a estudiar y me graduaré. Pienso ayudarle a papá a resolver sus problemas en la empresa y eso es lo único que me va a interesar, nada más.
Tenía que sacar a papá de esta mala racha, ahora me daba cuenta de muchas cosas y quizás fui madura en algunos aspectos. Pero dudé tanto de mi papá cuando me dijo que estaban en bancarrota, que al final terminé por meterme en más problemas.
—Pero antes… Hablaré con Freya —sequé mis lágrimas —. Tengo que hacerlo, ella es la única amiga real que tengo en esta ciudad.
Marqué su número, ella me respondió a la brevedad y pude escuchar una ráfaga de viento muy fuerte.
—Ale, ¿Cómo es eso que estuviste en prisión? No tienes idea todo el escándalo que se está formando en las redes sociales. Yo me encontraba fuera, fui a México cuando me di cuenta.
—Necesito verte, ¿Puedes pasar por mí? Te mandaré mi ubicación para que vengas.
—Claro, voy en camino a la estación de policía. Pero según lo que estoy escuchando ya no te encuentras ahí, dame tu ubicación que estoy a un suspiro de ti.
Le mandé la ubicación, lo único que pude hacer fue volverme una bolita y esconder mi cabeza en mis piernas. Cuando escuché que un carro se detuvo, fue que alcé mi mirada y vi a Freya bajar de su lujoso bentley a toda prisa.
—Cariño mío —ella me abrazó con fuerza —no tienes idea cuanto lamento que la estés pasando tan mal, ven vamos a otro sitio un poco más cómodo.
Subí al carro, nosotras llegamos a un campo verde donde solía pasar el tiempo. Los ojos se me aguaron y una tras una las lágrimas comenzaron a caer.
—No entiendo cómo es que Peter se atrevió a hacerme esto —sequé mis mocos con el dorso de la mano —estaba dispuesta incluso a desafiar a mi padre solo para que nosotros pudiéramos estar juntos. Quería una maldita vida a su lado y lo único que a él le interesaba era mi dinero además de mi virginidad… Todos los hombres son iguales.
—¡Hey! Eso no es cierto —Freya irrumpió con energía —hay algunos que son peores que otros.
No pude evitar reírme ante lo que mi amiga decía, la abracé con fuerza y ella acarició mi espalda con cariño.
—Escucha, nada vamos a hacer aquí con estar llorando —ella tomó mi mano y me levantó con fuerza —tenemos que salir a festejar que te has librado de una escoria como esa.
—Freya, creo que no es momento para festejar. Lo mejor es que vaya a buscar a papá para hablar con él, a pesar de que he terminado con Peter, no me quiero casar con un desconocido.
—¿De qué estás hablando? ¿Casarte con un desconocido?
Le conté a Freya las nuevas novedades, ella abrió los ojos como si se le fueran a salir y respiró profundo tratando de procesar la noticia.
—Vamos, hay que ir a tomar un trago —ella siguió jalando con fuerza —porque ahora más que nunca debes de despejar esa cabeza, te han pasado muchas cosas en un día.
Tanta fue la insistencia de Freya que al final no tuve más opción que irme con ella a un bar reconocido de la ciudad. Habíamos sido amigas desde la infancia, pero luego me mudé de donde ella vivía y a pesar de eso mantuvimos la amistad a flote convirtiéndose en la única amiga que tenía.
—No vas a usar eso —ella miró mi ropa de pies a cabeza —necesitamos algo más sensual, algo que le diga a Peter que te importó muy poco terminar su relación con él.
—Pero no me importó muy poco y lo sabes. Me siento fatal, Freya, en serio que solo quiero ir a descansar a mi casa.
Al final, Freya me llevó a una boutique donde había ropa desde recatada hasta sensual. Eligió la más destapada para mí y si no hubiera sido porque la detuve, se hubiese metido al probador conmigo.
—Dios —salí del probador y comencé a intentar bajar el vestido —si me agacho, se va a ver hasta mi alma. No puedo usar esto, Freya, sabes bien que no es mi estilo.
—Te miras divina, ahora vamos que tenemos que ir al bar.
Freya pagó todo lo que estaba usando, no era para menos, al final era la adorada y única hija de la familia Dawson. Una de las diez familias más ricas de la ciudad.
Llegamos a un bar al que ella solía frecuentar, en mi caso era un poco más recatada y aunque mi amiga lo sabía, en más de una ocasión me tocó venir a traerla aquí.
—Toma —ella puso un trago de tequila justo en mis narices —tenemos que comenzar con la fiesta.
Aunque al inicio me había negado a beber, ahora solo me quería empinar la botella de tequila o de cualquier otro alcohol que me hiciera olvidar la traición de Peter junto con el hecho de que mi papá me quería vender a un desconocido como si fuera una mercancía.
—Hey, ten calma que eso no es agua —Freya me arrebató la botella cuando la estaba empinando —entiendo que te dije que vinieras hasta acá, pero no puedes venir a beber como si no hubiera un mañana.
Perspectiva de la autora.
—Déjame en paz —Alexandra le arrebató la botella de tequila de las manos —por hoy quiero dejar de ser la chica buena que papá crió y dejarme llevar por todo, ya después asumo las consecuencias de mis actos.
De repente, Alexandra sintió un punzón en la boca de su estómago. Un escalofrío se apoderó de ella. Muy probablemente debía ser una reacción adversa provocada por la bebida. Al pensar en esto, se puso de pie rápidamente, pero se sintió mareada por un momento y los tacones altos en sus pies le hicieron sentir que no podía mantenerse de pie de manera estable. Sintiéndose mareada, solo susurró a Freya.
—Voy al baño.
—Pero Alexandra, ¿Estás bien? ¿Iré contigo!
—No, no hay problema.
Alexandra resistió las ganas de vomitar, y estaba a punto de darse la vuelta para saludar a Freya, pero no miró hacia el camino y chocó contra algo. No sé si fue el olor del perfume del hombre o el impacto lo que estimuló su estómago. Ella no podía soportarlo más.
—¡Buagh!
La chaqueta del traje negro del hombre estaba cubierta de chorros de vómito.
—¡Maldita sea!
Alexandra solo escuchó la voz de un extranjero que maldecía en italiano. Rápidamente se tapó la boca pero ya era demasiado tarde. El ceño del hombre estaba fruncido, e inmediatamente retrocedió unos pasos con disgusto, pero Freya se quedó atónita cuando vio al hombre frente a ella, pero fue una coincidencia, ¿Por qué estaba aquí?
Alexandra miró al hombre que tenía enfrente, su traje debía ser muy caro y realmente no podía permitírselo ahora. Tragó saliva, tratando de extender la mano para limpiar las manchas en la ropa del hombre. Pero él retrocedió unos pasos y la miró con disgusto. Todavía estaba murmurando palabras que no entendía.
—Tío Noel, pensé que estabas en Europa. No tenía idea de que habías venido a la ciudad…