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Capítulo 32

Sentada en mi escritorio, bebiendo una taza de café y gritando por teléfono, Alexis parece serena, profesional y cada centímetro la Luna a cargo. Levanta los ojos brevemente para mirarnos y luego procede a ignorarnos, volviendo a su llamada.

La perra desagradable que orinó por toda mi habitación me...