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84. ¡Malditas llamas en pijama!

Dakota está ahí con las manos casualmente metidas en los bolsillos y los ojos fijos en mí, sin parpadear y atentos.

No hay una sonrisa juguetona en sus labios ahora, solo una esperanza cruda y sincera que hace que algo se mueva dentro de mi estómago.

—Hoy es domingo y realmente no tengo nada en mi...