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71. Una buena hermana

Mis dolorosos gritos resuenan en la habitación y vuelven a mis oídos mientras lloro con fuerza, intensificando la tormenta. La pesadez de mi dolor se vuelve insoportable en mi pecho, y me derrumbo, aferrándome a la almohada como si fuera mi corazón.

Todo el dolor, toda la humillación pasan frente a...