Read with BonusRead with Bonus

177. La maldita alucinación

DÍA TRES

Levanto mis puños nuevamente hacia el saco, pero mis ojos siguen desviándose hacia Emara, solo para asegurarme de que está ilesa y viva.

Está bien.

No se cayó.

No fue real. Fue una alucinación.

¡Maldita sea! Necesito tomar mis malditas pastillas.

Me digo a mí mismo que deb...