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Capítulo 61

Mi gemidos rebotaban en las paredes cubiertas de terciopelo de mi habitación, crudos y desenfadados. No me importaba una mierda. ¿Por qué debería? Me estaban comiendo como a la realeza, el gamma que debería estar guardando mi puerta, no mi coño.

Mis uñas se clavaban en las sábanas de seda debajo de...