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Capitulo 30: la sombra

La madrugada apenas había comenzado a teñir de gris las copas de los árboles cuando Adrián y yo salimos de la gruta. El aire estaba impregnado de ceniza, pero el silencio era aún más inquietante que el humo. Era el tipo de calma que anuncia una tormenta.

Caminábamos rápido, con la piel erizada po...