




La realidad
He decidido no irme. No puedo dejar que me manipule ni me tenga a sus pies. No puede hacer conmigo lo que le plazca aunque haya hablado veces en que ha tenido éxito.
La tarde se hace larga. La boda de Beth se vuelve un rotundo éxito, todo está perfecto y los novios se ven enamorados. Ella y yo no hemos tenido tiempo de hablar y no encuentro a Jack por ninguna parte. Luego recibo un mensaje suyo diciéndome que ha tenido que irse por un problema de trabajo, que luego me explica y me resulta extraño pero no digo nada.
Entro a la casa ignorando a Derek que al parecer lo ha pensado mejor y no se ha atrevido a cumplir su promesa. Me cambio de ropa y me pongo el vestido que llevé para la boda inicialmente. Uno rojo y muy atrevido para ser largo hasta el suelo.
Le observo al salir ese semblante algo triste pero que me recuerda lo que sentí al volver a estar entre sus brazos. Él no es un hombre fácil de ignorar pero verlo en la misma mesa de la morena que vi antes en los pasillos ayuda a que entienda que no soy la única que tiene a alguien más en su vida.
Finalmente vuelvo a estar sola, y considero que mi tiempo aquí ha acabado. Beth finalmente de marcha a su luna de miel y yo decido irme también.
Derek
Todo su rostro cabe en mi mano, la he besado como si la vida se me fuera a acabar y ese hubiese sido un beso importante, trascendental. Como si nunca hubiera besado a nadie antes, al menos no a nadie como a ella. Ni siquiera a ella misma.
Esta noche es mi segunda oportunidad para hacerlo mejor, para tomarla desprevenida y lograr lo que quiero, esta vez he logrado deshacerme de Jack, ese maldito que sigue siendo su jodida sombra, es mi momento de poder cerrar un trato con ella. Un trato que no pueda rechazar, sin que tenga que decirle demasiado de la verdad.
—Tu vestido me esta volviendo loco —susurro en el oído de Kate cuando por fin estamos a solas, lista para ser abordada por mi en l habitación de los abrigos —, hace que recuerde todo lo que pasó ese día en que te hice mía. Dime que lo recuerdas tanto como yo. El día donde te propuse que vivieras conmigo y me dejaste a la mañana siguiente.
En ese mismo instante bajo mi mano por su spalda tocando su piel desnuda, mi aliento en su cuello y veo su piel erizarse.
—Tienes que dejar de insistir
—No puedo hacerlo. Dime que no estás con él, que es todo ina farsa. Dime que no me.has olvidado, aunque no me creas, aunque no estemos juntos dímelo, dime que no estás con él.
No puedo hacerlo. No puedo confesar que nunca Le hw superado a pensar de todo. No puedo decirle lo que quiere oír porque volveremos a la casilla de salida y yo me niego. Me niego a volver a pasar por lo mismo.
—¿ Por qué no cumpliste tu promesa? —preguntó dándose la vuelta, quedado frente a mi y sus demenciales ojos azules me marean, me hipnotizan—. ¿Acaso has perdido facultades?
Se hace el.siwlcio entre los dos porque no queiro decirle que solo quería presionarla. No quiero que vea que tengo en diapositivas toda nuestras historia, incluso cosas que ella nunca vió y que demuestran cuánto la he amado siempre. Tampoco quwieo decirle que chantajee a Jack para quw se fuera a cambio de no mostrarlas. El muy capullo cree que manteniéndome alejado de ella conseguirá algo. No sabe que nunca la.he dejado del todo, que sé más de lo que imaginan y que solo quiero que ella acepte que estamos hechos el uno para el otro.
—Adiós, Derek.
Cuando ve que no respondo se marcha. Me deja clarísimo que ha acabado la noche para los dos.
(...)
Más tarde esa misma noche...
—¡Mmmhhh!...
Su boca se adueña de la mía y sus manos van a mi pelo, se hunden en el, mueven mi cabeza atrapada entre sus manos a su antojo y yo le clavo las uñas en la camiseta negra que lleva puesta. Me siento arder, implosionar en un simple beso que me deshace.
Me da la vuelta y nos mueve por la pequeña habitación de baño mientras gime en mis labios y yo gruño en los suyos. Le deseo como nunca, como siempre...como antes.
No se ni lo que pienso porque no me deja pensar. Me abraza de la cintura y me encorva con su propio cuerpo buscando profundizar aquel beso que es demoledor para mí y que aunque quiero pararlo, no me siento capaz.
Aprieta mis nalgas un pcoo más y me sube la camiseta, colando una mano por entre mi tanga y tocando piel prohibida, piel hirviendo y latente... es cuando me levanta una pierna y me acomoda sobre uno de los lavamanos, con una pila clavándose en mi espalda y yo solo siento como tira de mi y me pone al borde, abierta de piernas y pegada a su erección atrapada en sus jeans.
¡Joder, que calor!
Aprieta la piel de mis caderas, se desquita con mis muslos también y tiro de su pelo. Me falta el aire. Me muerde los labios. Vuelve a besarme y le aprietan mis piernas alrededor de su cintura. Estamos poseídos y ninguno quiere parar.
—Dime que eres mía...
Me habla en ronco, entre mascullos y jadeos. La misma locura que hacía cuando éramos felices desde el mismísimo día en que lo conocí.
—Para, Derek, para... o mejor sigue. No pares.
Le suplico empujando su pecho y abandona por completo mi boca para apoyar su frente en la mía. Jadeantes los dos.
—Me estaba volviendo loco el recuerdo de mi boca paseando por esas piernas que siempre he amado. Nena, te deseo y te quiero. Yo...
—No sigas, Derek —le detengo y me mira confundido, coloca las manos a los lados de mis muslos —sé que te estoy confundiendo, perdóname ha sido... no sé lo que me ha pasado.
Me excuso como puedo y me bajo del lavamanos. Él me ayuda y luego se aleja.
—No me confundes, Kate —refuta recuperando la compostura y no puedo evitar mirarle el paquete —sé cuánto me deseas y aún me amas nena, es solo que necesitas tiempo. Pero no puedo dártelo... te quiero de vuelta y te quiero ya.
Sin que consiga acotar absolutamente nada, sale del baño con los labios separados de la agitada respiración, su pecho subiendo y bajando descontrolado y yo me miro al espejo para encontrar mi rostro rojo de la lujuria y la boca hinchada del contacto con su fina barba que mis labios extrañaban.
Le sigo saliendo del baño yo también y entonces en mi cama, esperando por los dos están Jack y la morena de antes. La que me crucé en la escalera...
Agitada, nerviosa y sudorosa mw siento de golpe en la cama y me doy cuenta de que en realidad... todo ha sido un sueño.
—¡ Jodeer...!