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RAINA

El segundo que entré a la casa, sentí un dolor que me carcomía. Habían pasado días desde que vi a Liam, y la necesidad de abrazarlo, besarle la frente y decirle que todo estaría bien, era abrumadora. No podía quedarme quieta. Mi cuerpo vibraba con energía inquieta, mi mente un huracán de pens...