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El timbre sonó, sacándome de mis pensamientos. Cuando abrí la puerta, me recibió un repartidor sosteniendo un paquete cuidadosamente envuelto.

—¿Señorita Graham? —preguntó.

—Sí —respondí con cautela, tomando la caja de sus manos.

Asintió y se fue, y cerré la puerta, ya temiendo lo que pudiera hab...