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Capítulo treinta y dos.

La sanación del alma

Daniel llevó a Leticia de vuelta a la casa. Su rostro magullado y la sangre de su labio roto le partieron el alma. La visión de ella, tan vulnerable y herida, fue como un golpe en el estómago. La sentó con cuidado en un sofá y corrió a buscar hielo, su mente en un caos de re...