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Capítulo veintiuno.

Una llamada llena de celos.

El silencio en el auto se sentía tan denso que podría cortarse. La pequeña Dottie, ajena a la tensión, se había quedado dormida en el asiento trasero. Leticia miraba por la ventana, con el corazón latiendo con fuerza. Daniel, por su parte, conducía con el ceño frunci...