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Deseo prohibido

Su dedo fue más profundo.

—Ah… —solté, sin poder evitarlo.

La humedad se duplicó. El besó mi cuello lentamente, sin dejar de jugar con sus dedos provocando que arqueara mi espalda.

—Detent… Ah… —cubrió mi boca con su otra mano.

Sus dedos iban penetrándome con una habilidad prodigiosa. Hacía vibr...