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Coctel y desconocidos

Quería salir huyendo de este lugar. Al contemplar lo que ocurría a mi alrededor en este enorme salón, no pude dejar de sonrojarme y eso me hizo sentir como una tonta, otra vez.

En el centro del salón se veía un bar que servía toda clase tragos y bebidas. Los hombres estaban con trajes elegantes, smoking, camisas, pero las chicas… Algunas ni siquiera llevaban sostén y eso me hizo horrorizarme. Un hombre estaba con una mujer en uno de los sofás, la besaba y le levantó la falda de tal manera que todos podíamos verla. En otro de los sofás, una chica estaba con las piernas abiertas y sin bragas, mientras un caballero comenzaba a besarle el coño sin vergüenza alguna. Eso sí, todos llevaban puestos antifaces.

Estaba a punto de volver a la puerta para marcharme cuando Sissy se apareció y me tomó del brazo.

—Mantén la mente abierta, Leila. —me dijo, observando como yo estaba de nerviosa y enojada.

—¿Qué es este lugar? Me has traído a un… No se ni siquiera que es esto. —miré a mi alrededor, maldita sea, ni siquiera podía dejar de mirar todo lo que ocurría.

Era hipnótico. Las luces se reflejaban en cada parte del ambiente, luces de todos los colores, la música retumbaba de una forma vibracional que te inducía en un trance. Me sentí extraña.

—Esa trufa… —murmuré, ese bocadillo me estaba haciendo aflojar las piernas.

Solté una risita.

Sissy sonrió.

—No te vas a desmayar. Esa trufa no tenía nada peligroso, hermana. ¿Crees que te pondría en peligro? Solo te soltará un poco y dejarás esa vergüenza. —Ella me abrazó. —Diviértete, Leila, mereces disfrutar de la vida…

Sissy fue a servirse un trago en la barra de bebidas y yo la observé alejarse. En el jacuzzi que estaba cerca, dos mujeres seducían a un hombre que ya no llevaba puesta la camisa. Una de ellas se puso a cuatro patas mientras él le besaba los muslos y luego la follaba con la lengua. La otra chica se había desnudado y se arrodilló para chuparle la polla al mismo hombre. Todo pasaba a la vez, se iban turnando para recibir el placer.

Me estremecí. Sentí un poco de humedad entre mis piernas y eso me causó rechazo. Me estaba comportando de mala manera.

Busqué nuevamente a Sissy, pero ella había desaparecido. ¿Este lugar era normal para la gente? Porque mi hermana y su esposo venían aquí… Eso no tenía sentido. Al menos para mí.

Sentí una mano rozando la mía.

—¿Nueva aquí? —preguntó una voz masculina a mi lado.

El hombre era imponente. Pero apenas si podía comprender bien que me decía porque me comencé a marear. Era como estar flotando en el aire. Sonreí, no podía evitar sonreír.

—Sí. —respondí, dejando que me tomara de la mano para no caerme.

El me llevó hacia la barra de tragos y me ofreció uno. Negué.

—Yo no bebo.

Arrugué la frente en señal de desaprobación y el me miró con curiosidad. Era atractivo, muy atractivo. Podía ver sus ojos negros a pesar de que tenía máscara. Ni siquiera en la televisión se veía un hombre de tal porte.

—Eso es nuevo también. ¿Por qué has venido aquí? —preguntó, con interés, su voz era hipnótica para mí.

—Quiero… —me interrumpí. Estuve a punto de decir que quería esconderme de mi ex. —Quiero divertirme.

¿Por qué dije eso? El sonrió con malicia. Tenía una sonrisa maliciosa pero atractiva a la vez.

Traté de mirar para otro lado porque si lo miraba a él, me quedaba embobada como una idiota. Mirar para otro sitio no fue buena idea. Las luces iban apuntando a diferentes direcciones. Una luz roja alumbró a una chica que estaba siendo penetrada por un tipo enorme, la chica gemía del placer mientras todos podíamos verla porque no llevaba nada puesto. Bueno, excepto el antifaz.

—Creo que si aceptaré el trago. —el estomago me clamaba por algo de comida o lo que fuera.

Bebí lentamente y luego, rápidamente. Era delicioso, sabía a naranja y casi no tenía gusto a alcohol. Me pregunté si sería un trago sin alcohol porque era delicioso.

—Es exquisito. —murmuré, tratando de no hacer contacto visual.

—Eres muy tímida. —me dijo él, acercándose a mí, poniéndose de pie.

Era alto, de espalda ancha, cabello oscuro y una voz tan seductora que me atrapaba con cada palabra que decía. Sin embargo, algo me hacía sentir rara, como si ya lo conociera, pero quizás era solo por el efecto de la jodida trufa que mi hermana me dio.

Que se acercara a mí causó que se me acelerara el corazón. Temblé.

—Quisiera irme. —dije, poniéndome de pie con brusquedad, tenía las bragas húmedas solo de ver las escenas a mi alrededor. —¿Podrías decirme que puerta debo encontrar…?

Contemplé que, a lo lejos, había tantas puertas que no podría encontrar una salida fácilmente. El lugar estaba plagado de islas, jacuzzis, sofás extensos y distintos sitios que ni sabía que eran. Era como estar en otro planeta, donde solo existía la lujuria.

—No te lo diré. Tendrás que ir probando tu suerte. —el me miró con unos ojos brillantes y suspicaces.

Me enfadé.

—Gracias por nada. —solté, comenzando a caminar.

Santo cielo, el sonido de los gemidos a mi alrededor se multiplicaba. Conforme avanzaba la noche, el sexo era algo tan común como respirar aquí. Tenía que marcharme porque este no era el lugar para alguien como yo.

Tropecé varias veces, no me acostumbraba a caminar con zapatos tan altos. No encontraba a mi hermana por ninguna parte tampoco.

Avancé buscando la puerta más cercana. Detrás de un jacuzzi, se veía una puerta con herrajes dorados. Era hora de probar mi suerte. Me concentré solo en caminar y no mirar a los costados para no ver todo lo que pasaba a mi alrededor.

El tacón se dobló cuando estaba a mitad de camino.

Solté un grito al tropezar. Todo pasaba en cámara lenta. Como si estuviera en un sueño, muy lentamente estaba cayendo adentro del jacuzzi de gran tamaño.

Alguien me sujetó, alguien que estaba en el agua. El tipo me tomó entre sus brazos y una de las chicas que estaba a dentro me sonrió.

—Bienvenida. ¿Cómo te llamas? —preguntó ella, pero tuve que cerrar los ojos porque estaba desnuda frente a mí y sus senos casi rozaron los míos cuando me abrazó para saludarme.

Me aparté a un costado, estaba completamente mojada y apenas si comprendía todo lo que pasaba. Me sentía adentro de un sueño, confundida, pero al mismo tiempo estimulada.

La puerta. Me concentré en buscar la puerta. Salí del jacuzzi, chorreando el agua por todo el piso y me quité los zapatos para caminar mejor.

Corrí, o al menos eso creo, porque estaba como si flotara, el humo me rodeaba, un humo denso que iba cubriéndolo todo. Era algo que salía de unas máquinas, humo de diferentes colores.

Abrí la puerta apenas llegué. ¡Por fin llegué, joder! El camino pareció eterno entre los gemidos y aromas de las orgias de mi alrededor.

Del otro lado, volví a cubrirme los ojos. Contemplé como una pareja estaba teniendo sexo de una forma escandalosa. La chica estaba vestida con un arnés y el hombre, moreno y alto, la penetraba con su polla en la vagina y con un juguete en el ano. La estaba penetrando de dos maneras al mismo tiempo y ella gritaba del placer.

—¿Sissy? —pregunté, porque reconocí su voz.

Una mano me jaló hacia afuera.

—¿Espiando? —preguntó una chica, que llevaba puesto un vestido casi translucido.

Estaba en shock. Acababa de ver a mi hermana siendo follada por un hombre que evidentemente no era su esposo. Porque James era de tez clara y este hombre era moreno y además ella gritaba el nombre de Ray cuando le pidió que siguiera.

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