




LA CEREMONIA
MITCHELL
Unos minutos después, apareció Dorian, sin siquiera anunciarse, entro a mi habitación, como si se encontrara en su casa, en cuanto me vio, dio un silbido y se burló.
—Creo que yo nunca cometeré una estupidez como la que tú estás cometiendo justo ahora —se acercó al espejo, para corroborar que su peinado se encontrara en orden.
—Eso dices ahora, pero cuando llegue la mujer indicada, te veré de la misma forma que yo o hasta peor, así que nunca, digas nunca —me acerqué a él, rocié un poco de loción, mientras negaba con la cabeza.
—Me conoces más que yo Mitchell, sabes que no soy hombre para una sola mujer, y si me llego a casar, ella sufrirá siempre, porque jamás le podré ser fiel, no está en mis genes; es por eso, que prefiero ser libre como el viento, de todas maneras, no creo que llegue la indicada a mi vida, mucho menos en nuestro ámbito de trabajo, lo sabes, ese tipo de mujeres solo buscan embaucarte de cualquier forma.
—Lo sé, es por eso por lo que quiero casarme con Vivian, porque ella es diferente a todas las mujeres que he conocido en el pasado, no me busca por mi dinero, sino por lo que le hago sentir.
—Al parecer ya comenzamos a ponernos melancólicos, será mejor que vayamos por un trago, antes de dirigirnos al lugar de tu entierro —se burló, mientras yo lo miraba con dagas en los ojos, entonces se disculpó.
—Eres un imbécil Dorian, lo sabes, ¿no? —espeté, mientras él se disculpaba y alzaba las manos como signo de rendición.
—Entonces… tus padres finalmente se han resignado a que no pueden impedir esta boda, ¿verdad? —pregunto, mientras caminábamos directo al bar.
—Considerando sus palabras de hace un momento, tal parece que sí; sin embargo, yo no quiero que se resignen, sino que acepten a Vivian como una integrante más de esta familia, que no la vean como una oportunista, como muchas veces mi padre la llamo.
—Creo que Jonathan pronto tendrá un ataque al corazón por todos los corajes que le has hecho pasar a lo largo de estos años de relación con Vivian. La verdad es que no entiendo por qué no les gusta, si ella es muy dulce y carismática, no creo que este contigo por tu dinero, ¿o sí? —negué con la cabeza.
—Claro que no, por eso tomé la decisión de pasar el resto de mi vida con ella, ya te lo dije, Vivian es diferente y, sobre todo, la amo.
—Amen por eso —brindamos y tomamos la copa de un trago— por cierto, la chica de ayer.
—¿Cuál chica?
—La que te aventó la bebida en la cara, me pareció bastante graciosa, seguro no tiene idea de con quien se metió —dijo con sorna.
—¡Ah! Ni siquiera la recordaba, solo porque la volviste a mencionar. Te aseguro que, si no fuera el día de mi boda, la buscaría para hacerle pagar por su falta de respeto, maldita niña estúpida. Seguro debe vivir bajo una cloaca o de alguna otra forma, sabría que no debe cruzarse en mi camino.
—Me dio tanta gracia como se te fue a la yugular, solo te hubieras disculpado —comenzó a reír el muy imbécil.
—¡Cállate idiota! Te juro que, si se vuelve a cruzar en mi camino, de verdad me va a conocer. Y a todo esto, no entiendo por que mencionarla, si tanto te gusto puedes follarla y ya, no hace falta que me hagas recordarla.
—De acuerdo Mitchell, no lo volveré a hacer. ¿Follar? Ni siquiera es mi tipo y lo sabes. Pero bueno será mejor apresurarnos, pronto comenzará la ceremonia, no creo que quieras retrasarte, ¿o sí? —le di un pequeño asentimiento y salimos de la habitación.
Ahora sí, era hora de dirigirnos a la capilla donde se llevaría a cabo la ceremonia. En cuanto llegué, noté que mis padres se encontraban más serios que de costumbre, pero mi madre tenía una mirada de angustia y no sabía qué hacer para calmarla, supongo que el tiempo me dará la razón.
Todos los invitados ya se encontraban presentes, salude con un asentimiento de cabeza a la mayoría, mientras caminaba directo a mi lugar y esperaba a Vivian, al frente de todos. Mis padres se encontraban sentados en la primera fila, esperando al igual que yo, mientras Dorian estaba a mi lado.
Miré mi reloj, porque sentía que el tiempo pasaba muy lento, cuando en realidad, era todo lo contrario. De pronto, se comenzó a escuchar la música de la marcha nupcial y sonreí, finalmente Vivian, será mía en todos los sentidos.
El vestido que traía puesto era totalmente blanco y mostraba su figura a la perfección, con cada paso que daba hacia mí, mi felicidad aumentaba. La ceremonia fue perfecta, entonces llegó la hora de decir las palabras que nos mantendrían juntos por el resto de nuestras vidas.
Si, acepto, pronuncié claro y fuerte; sin embargo, cuando fue el turno de Vivian, guardo silencio durante algunos segundos. Entonces, me giré un poco para mirarla y saber lo que le pasaba. Jamás creí que me humillaría de esa manera.