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APESTAS A ZORRA

ELLE

Me quité la bata y la dejé caer a un lado. Mitchell me miró, con ojos hambrientos. Pero como estaba ocupado, no podía acercarse a mí. Pero qué mala suerte, para él, obviamente. Su mirada me atravesó, podía sentir el deseo que emanaba, así que le sonreí lobuna.

Entonces, con toda la calma del mu...