




PALABRAS DE ALIENTO
MITCHELL
Hoy desperté bastante temprano, me encuentro muy dichoso y feliz, porque finalmente, podré casarme con la mujer que amo, Vivian Poyle. Es una mujer deslumbrante, es verdaderamente hermosa, y lo que más me importa es que me ama. Me duché rápidamente y comencé a vestirme, ya que la ceremonia, sería en un par de horas.
Mis padres jamás han estado satisfechos de mi relación con ella, es más, cuando les comunique que me casaría con Vivian, pusieron el grito en el cielo; sobre todo mi padre, quien no la bajo de mujer interesada.
Él siempre estuvo en desacuerdo, porque dice que Vivian es una oportunista, pero si así lo fuera, entonces, ¿por qué se estaría casando conmigo si no tengo nada? Lo que tengo es de mi padre, estoy muy consciente de eso y ella lo sabe; además, muy pronto seré el líder de la mafia y necesito una compañera a mi lado.
Relevaré a mi padre en su poder, él ya se encuentra demasiado cansado para seguir lidiando con nuestros enemigos y yo, puedo hacer su trabajo mil veces mejor, aunque a él no le parezca.
Así que en cuanto ella sea mi esposa, deberán mostrarle el mismo respeto que a mí, la verdad no entiendo a ninguno de mis padres, pensé que se negarían a ir a mi boda, pero no fue así y me temo que vayan a causar algún escándalo, aunque no creo que mi padre se preste para una tontería como esas.
De pronto escuché cómo llamaban a la puerta, sacándome de mis pensamientos.
—Adelante —espere a que entrara, quien sea que había venido a verme, me sorprendió ver a mi madre, tan elegante como siempre y con su sonrisa brillante.
—¡Te ves tan guapo hijo! —exclamo mi madre al verme, pero a pesar de que tenía su sonrisa, la alegría no se notaba en su mirada.
—Gracias, madre, ¿pero?, sé que hay uno, ¿o me equivoco? —mi madre suspiro, la conozco tan bien que se cuándo tiene algo que decirme y no me va a gustar.
—No quiero hacerte ningún daño en este día especial hijo, así que no diré nada de lo que estoy pensando, de todas formas, creo que lo sabes, aunque tu padre y yo no estamos de acuerdo con tu decisión, la respetamos. Solo esperamos que no te estés equivocando y que, en realidad, ella te ame tanto como dice hacerlo, así como tú —asentí.
—Ya verás que si madre, se darán cuenta que siempre han estado equivocados —respiró hondo, sonrió y nos abrazamos, salió de la habitación sin mirarme o decir una palabra más, en cuanto lo hizo terminé con mi arreglo personal.
Solamente me encontraba esperando a mi mejor amigo y próximamente mano derecha, Dorian Shape, quien será padrino en mi boda. De pronto otro toquido se escuchó y creo saber a quién pertenece.
—¿Puedo pasar Mitchell? —habló mi padre con su seriedad habitual.
—Adelante padre —me abstuve de poner los ojos en blanco, porque sé perfecto a lo que viene, aunque nada de lo que me diga me hará cambiar de opinión.
—Mitchell, crees que vengo a decirte lo mismo de siempre, pero es todo lo contrario —mire con las cejas alzadas a mi padre, ¿acaso esto es un sueño?, quizá mi padre se dio un golpe en la cabeza.
—¿De verdad? —sinceramente, no podía creer en sus palabras.
—Realmente espero que seas muy feliz y que la mujer con la que estás a punto de casarte te impulse a seguir hacia adelante —asentí al escuchar a mi padre, porque de verdad no puedo creer que él me esté diciendo todo esto.
—¿Pero? —le hice la misma pregunta que a mi madre.
—No hay ningún, pero. Lo único que me resta decirte es que seas muy feliz —me dio un abrazo, como muy pocas veces los he recibido de su parte y salió de la habitación junto con mi madre, aunque no se veía muy feliz.
No sé por qué, pero me parece un tanto sospechoso, que mi padre haya venido justo en este momento a decirme palabras bonitas, siendo que cuando se enteró de mi boda, se encontraba de todas las formas posibles, menos feliz; o quizá, solo son suposiciones mías. Como sea, nada ni nadie, hará que este día se arruine.