Read with BonusRead with Bonus

AMARGA VICTORIA

MITCHELL

Al salir de ese inmundo lugar, no me tembló la mano para llamar a McKenzie. Al principio no creyó lo que le decía, pero al ver la foto de su hija, supo que le decía la verdad.

—Me debes una McKenzie, te juro que me la cobraré y muy caro —colgué sin esperar respuesta alguna de su parte, pero...