CAPITULO 3
Gianna salió de la sala de ultrasonido con una expresión sorprendida y emocionada. Jack, a su lado, tenía la misma mirada. Ella extendió la mano y acarició su vientre abultado.
—Cariño, ¿escuchaste al doctor hace un momento?
—Sí —asintió Jack, sonriendo—. Eh… ¿viste lo mismo que yo?
—Mmm —Gianna asintió, aún incrédula—. El médico dice que hay dos… ¡Es increíble!
—Nuestra familia tiene la herencia de gemelos. No es raro que sean dos.
—Jeje —Gianna no pudo contener la risa. Mientras caminaban por el pasillo del hospital, notó que algunas personas la miraban, pero no podía ocultar su felicidad—. ¡Jaja! Fue tan inesperado… Me sorprendió.
—A mí también —dijo Jack, pensativo—. Cuando escuché lo que dijo el médico, no lo podía creer. ¿Cómo reaccionará tu madre cuando se entere?
—Estará emocionadísima. Hace tiempo que desea tener un niño en casa —Gianna acarició su vientre—. Y ahora tendrá dos. Es maravilloso.
—Sí. Estás embarazada de dos. No me extraña que tu barriga sea tan grande.
—Sí —respondió ella, sin poder dejar de sonreír. Tomó la mano de Jack y apoyó la cabeza en su hombro—. Mi esposo… estoy tan feliz.
—Yo también —dijo Jack, asintiendo. Luego extendió la mano para sostener con cuidado la cintura de Gianna—. Nena… gracias.
—Tonto —Gianna se mordió el labio, con los ojos brillantes de felicidad—. ¿Escuchaste lo que dijo el médico? Todo está normal con el bebé. El desarrollo es bueno. No hay ningún problema.
—Sí —respondió él—. También estoy feliz por eso. Nuestros hijos tienen buenos genes, y todo va bien.
Sosteniendo la mano de Gianna, Jack la acompañó por la puerta de la sala de consulta del hospital.
—¿Estás cansada? ¿Quieres descansar un momento?
—No estoy mal, aún puedo caminar normalmente —dijo Gianna, poniéndole los ojos en blanco—. Es solo un pequeño paseo. No estoy imposibilitada.
Jack se encogió de hombros.
—Ya que no estás cansada, entonces vamos.
Gianna siguió a Jack hasta el estacionamiento. Un Bugatti blanco acababa de estacionarse. Ambos lo esquivaron instintivamente.
Cuando las personas bajaron del auto, Jack se quedó atónito. Pronto, Sergio salió del vehículo y caminó hacia el otro lado para abrirle la puerta.
Gianna también lo vio. Sergio no se había dado cuenta de que estaban justo detrás de su auto. Solo los miraron a ellos.
Una joven mujer, con el pelo largo recogido en una coleta y un vestido premamá blanco, bajó del auto. Su barriga era tan grande como la de Gianna.
—¿Cuñada?
La persona que acababa de salir… ¿era Catherine?
Jack apretó la palma de su mano. Gianna, al igual que su esposo, estaba completamente sorprendida. En ese momento, Sergio también los vio y ayudó a Catherine a caminar hacia ellos.
—Hola, Gianna.
—Sergio —respondió Gianna. Aunque no era la primera vez que los veía juntos, en ese instante, aún se sentía un poco desconcertada—. Hola.
Sus ojos recorrieron el vientre de Catherine. Su barriga era un poco más grande que la suya.
—¿Vinieron a una consulta de rutina?
—Sí —respondió Catherine—. Qué casualidad. La última vez escuché que estabas embarazada, pero es la primera vez que te veo después de tanto tiempo. —Sus ojos también se posaron en el vientre de Gianna—. ¿También te estás haciendo un chequeo en este hospital?
—Sí —asintió Gianna—. Acabamos de salir del ultrasonido.
—Oh —dijo Catherine, mirando la expresión indiferente de Jack hacia ella. No dijo más, señaló la dirección del departamento de embarazadas y se despidió—. Debo irme.
—Está bien. Adiós.
—Cariño, déjame ayudarte —dijo Sergio, mostrándose como un marido atento. Tomó la mano de Catherine y colocó la otra en su cintura, guiándola hacia la entrada del hospital.
Gianna observó sus espaldas alejarse. Se dio la vuelta y, de pronto, se encontró con la mirada curiosa de Jack.
—Escuché que Catherine dijo que estaba embarazada dos meses antes que yo —dijo ella—. En ese momento… ¿ya estaba divorciada de tu hermano?
—No lo sé —respondió Jack—. Cuando se divorciaron, él no le dijo nada a la familia. Lo supimos después de que todo terminó.
Gianna volvió a mirar a las dos personas. Sergio cuidaba de Catherine con una ternura y atención propias de un esposo dedicado. Era una escena cálida, hermosa incluso… pero algo en ella le parecía fuera de lugar.
Un pensamiento, improbable y casi inverosímil, cruzó su mente. Y de pronto, lo dijo en voz alta:
—El hijo de Catherine… ¿no es de Lucian, verdad?
Jack la miró y resopló.
—Cariño, no digas tonterías. Lucian odia tanto a Catherine que nunca la ha tocado. ¿Cómo iba a estar embarazada del hijo de su propio hermano?
—¿Odio? —Gianna no parecía convencida—. ¿Por qué? Creo que es completamente posible. Catherine ama tanto a Lucian… ¿cómo podría estar con Sergio justo después del divorcio? La única posibilidad es que su hijo sea de Lucian, y ella solo busque un padre legal para el niño.
Su teoría era tan absurda que Jack no pudo seguir escuchando.
—Vamos, no es asunto nuestro. No debería importarnos.
Gianna lo miró, tiró suavemente de su mano, y finalmente lo siguió obedientemente hacia el todoterreno.
—No quiero ser entrometida —dijo mientras caminaban—, pero quiero recordarte que, en caso de que su hijo sea de tu hermano… ese sería el primer nieto de la familia Landong.
Una identidad mucho más importante que la que lleva en su propio vientre.
Gianna notó que los pasos de Jack se detuvieron de repente. Su mirada se clavó en el lugar por donde Sergio y Catherine habían desaparecido.
Sus ojos se oscurecieron. Sin decir palabra, tomó a Gianna del brazo y la condujo al auto. Su silencio fue más elocuente que cualquier respuesta.
Y ese silencio fue precisamente lo que la impulsó a seguir hablando.
—También existe esa posibilidad —continuó, pensativa—: Lucian odia a Catherine, sí… pero tal vez ella no pudo soportar su indiferencia. Tal vez, después de amarlo durante tanto tiempo sin obtener respuesta, se rindió… y encontró consuelo en Sergio.
Después de todo, amar a alguien por mucho tiempo sin ser correspondido es agotador. Y con la personalidad de "cara de iceberg" de Lucian… ¿realmente crees que alguna vez le habría permitido tener sus hijos?