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Capítulo 83

El aire en la sala de juegos privada aún tenía el aroma de lujuria y cuero mientras veía a Isabella empacar sus cosas. Sus delicados dedos luchaban con las correas de esa maldita lencería sexy que había elegido antes, y no pude evitar sonreír.

Se veía tan frágil, pero el fuego en sus ojos me volvía...