Read with BonusRead with Bonus

Capítulo 3

Capítulo 3.

El humo del cigarrillo aún flotaba en el aire cuando finalmente decidí aceptar su provocadora propuesta. Aunque una parte de mí gritaba que era una locura, otra parte estaba ansiosa por ver hasta dónde podía llegar esto.

—Está bien —susurré, sintiendo una mezcla de excitación y nerviosismo recorriendo mi cuerpo mientras aceptaba la propuesta del hombre frente a mí.

Una sonrisa juguetona bailó en sus labios mientras se alejaba, sus ojos azules brillando con anticipación. Nos dirigimos hacia la puerta, nuestras miradas cargadas de complicidad.

—Pega tu espalda contra la puerta —me ordenó con voz firme.

Hice lo que me dijo, sintiendo el frío metal contra mi espalda mientras él se acercaba lentamente. El olor a tabaco y alcohol impregnaba el aire, envolviéndome en una nube intoxicante que me hacía sentir mareada.

Incliné mi rostro hacia un lado, permitiéndole acercarse más al mío. La proximidad entre nosotros era abrumadora, y no podía evitar sentir cómo mi corazón latía con fuerza en mi pecho.

Ni siquiera sé por qué está tan cerca, solo tengo que gemir para hacerle creer a Diana que estamos teniendo relaciones. Pero a pesar de mis pensamientos, no podía evitar sentir una extraña excitación ante la proximidad de este hombre misterioso.

—¡Ah! —gimoteé, imitando las escenas de películas porno que alguna vez había visto en mi adolescencia— ¡Sí, sí por favor!

Veo cómo él lucha por contener una risa, intentando taparla con un jadeo fingido. La tensión entre nosotros se mezclaba con la incomodidad de la situación, pero estábamos decididos a llevar a cabo nuestra actuación para engañar a Diana.

Mientras gemía falsamente, una mezcla de vergüenza y excitación recorría mi cuerpo, creando una sensación abrumadora que me hacía desear que todo esto terminara cuanto antes. Pero por otro lado, la adrenalina de la situación y la proximidad de este hombre despertaban algo dentro de mí que no podía ignorar.

—¡Ah, sí, sí, sí! ¡Más! —jadeé, haciendo que mi pecho subiera y bajara con cada respiración entrecortada— ¡Ah!

El hombre pegó entonces su pecho contra el mío, y con una mano libre levantó mi barbilla. El contacto repentino me hizo callar de inmediato, y nuestros ojos se encontraron en un intenso instante de conexión.

Se acercó aún más, hasta que pude sentir el bulto que estaba creciendo debajo de su pantalón presionando contra mí. Un escalofrío recorrió mi espalda ante la sensación, mezcla de sorpresa y excitación por la inesperada intimidad de ese contacto.

Mis mejillas ardían de vergüenza mientras mi mente luchaba por procesar lo que estaba sucediendo.

Estábamos tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo, y el palpitar acelerado de mi corazón parecía ahogar cualquier otro sonido en la habitación.

En ese instante, todos los pensamientos racionales se esfumaron, ahogados por una marea de deseo ardiente.

—Haré que suene como si de verdad te estuviera follando —susurró, rozando el bulto de su pantalón con mi pubis.

La electricidad de su contacto hizo que mi cuerpo temblara, y me dejé llevar por la intensidad del momento. Cada roce avivaba el fuego que ardía dentro de mí, llevándome a un estado de éxtasis que nunca antes había experimentado.

Esta vez, entregándome por completo al juego peligroso en el que nos encontrábamos, mis gemidos adquirieron una nueva profundidad. Sonidos guturales escapaban de mi garganta, expresando el deseo que me consumía de una manera cruda y apasionada.

Mis sentidos se exacerbaban con cada contacto, cada roce, mientras una ola de lujuria se apoderaba de mí por completo. Podía sentir cómo mi entrepierna se empapaba aún más, la humedad acumulándose entre mis piernas en respuesta al intenso calor que nos envolvía.

Mi coño ya dolía de lo caliente que estaba.

Mis pechos, hinchados y sensibles, buscaban desesperadamente liberarse de la opresión del sujetador.

Mis pezones, erectos y sensibles, se frotaban contra su pecho con cada movimiento, enviando descargas eléctricas de placer a través de mi cuerpo.

Instintivamente, flexioné las piernas, buscando más fricción, más contacto, mientras él se movía con un ritmo salvaje que reverberaba en lo más profundo de mi ser. Cada movimiento apretándome, cada gemido, nos llevaba más cerca del precipicio del éxtasis.

Mis ojos se entrecerraron con lujuria, llenos de anhelo mientras seguía cada movimiento de sus labios con una anticipación casi dolorosa.

Anhelaba sentir su boca sobre la mía, devorándome con un beso que prometía desatar un frenesí de pasión incontrolable.

Ahora estaba gimiendo de verdad y ni siquiera me estaba penetrando. Sólo nos estábamos frotando sin besarnos. Nuestros cuerpos jugaban solos, mientras nosotros dos nos mirábamos.

Mis ojos no podían apartarse de los enormes brazos que poseía, musculosos y poderosos como si fueran esculpidos por los dioses. Observé maravillada el bulto abultado entre sus piernas, una prominencia que desafiaba toda lógica humana. Caramba, incluso su rostro era una obra de arte, con rasgos que podrían adornar las páginas de una revista de moda.

Todo en él exudaba virilidad, desde la intensidad de su mirada hasta la firmeza de su mandíbula. Cada detalle era perfecto, como si hubiera sido moldeado por manos divinas.

—¡Ah, ah! —entonces grité, mientras mi cuerpo se veía envuelto en un torbellino de espasmos, arrastrado por las olas del placer.

Él se detuvo de golpe, sorprendido por mi reacción. Sus ojos se clavaron en los míos, llenos de asombro y desconcierto.

—¿Tuviste un orgasmo? —me preguntó, su voz llena de incredulidad.

Mis mejillas ardían con un rubor intenso.

Previous ChapterNext Chapter