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Capítulo 30 La imprevisibilidad de la naturaleza humana

Isabella pensaba que Sierra estaba loca y no se molestó en discutir.

Pero Sierra no lo dejaría pasar. —Isabella, ¿de verdad te gustan los viejos calvos, eh? Te has tomado golpear a alguien como si no fuera nada. Eres increíble.

—Agradece a tu mamá por eso. Si ella no hubiera tomado el dinero y fir...