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Capítulo 51

William giró la silla de ruedas; sus ojos, que deberían haber sido cautivadores, ahora estaban nublados con una neblina que hacía imposible discernir sus pensamientos. Sus labios estaban apretados en una línea firme.

—¿Tal vez?— Su voz flotó ligeramente por el pequeño jardín.

Mientras las palabras...