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Capítulo 82 Demandas duras

En la espaciosa habitación privada, Gerta se sentaba frente a mí con una expresión de desagrado.

Sorprendentemente, Gerta parecía tener unos cuarenta años. Su atuendo, aunque no era barato, ciertamente no era extravagante.

Finas líneas marcaban las esquinas de sus ojos, y su mirada aguda sugería q...