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Capítulo 168

Esos autos eran como fantasmas, siguiéndolos implacablemente a través de la noche lluviosa. Sus luces altas destellaban sin cesar, apuñalando dolorosamente los ojos de Félix.

Félix podía sentir la hostilidad de sus perseguidores. Sus manos temblaban ligeramente en el volante, y gotas de sudor se fo...