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Capítulo 288

Finalmente, después de todo nuestro esfuerzo, la cuerda se desgastó y se rompió.

Las manos de Paula estaban libres, y rápidamente se arrancó la cinta de la boca.

—¡Melinda, aguanta! —Paula se apresuró a desatar las cuerdas alrededor de mis manos y piernas.

Me arranqué la cinta de la boca y tiré d...