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Capítulo 47 Una madre desesperada

El silencio de la mansión me golpeó como una fuerza física cuando crucé la puerta. Algo estaba mal. Los habituales sonidos de la risa de Emma, sus pasos corriendo por los pasillos, estaban conspicuamente ausentes.

—¿Emma? —llamé, mi voz resonando en los pisos de mármol. No hubo respuesta.

Mi ritmo...