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100- Porque las hadas me quieren matar y el demonio quiere un abrazo

Siento a Kacia tensarse en mis brazos cuando la llama de Raylah chisporrotea y se apaga, sumiendo la habitación en una oscuridad total. Mis ojos, todavía deslumbrados por la luz del fuego, no se adaptan lo suficientemente rápido. Por un momento, no hay nada más que oscuridad y el trueno de mi corazó...