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Capítulo 199 La codicia no conoce límites

Era como si ella fuera el centro de su universo. Solo un aleteo de sus pestañas podía enviar ondas a través de su corazón.

La yema del dedo de Alexander rozó la mejilla sonrojada de Wendy, y de repente le pellizcó la nariz. —Dormilona, ¿has estado soñando conmigo todo el tiempo?

La garganta de Wen...