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Capítulo 206 Crueldad inocente

—Hambriento.

—Come, come.

Los tritones en la piscina no podían decir nada más. Solo abrían la boca y gritaban —hambriento. Alberta no le daba mucha importancia, pero de vez en cuando, un gran cubo junto a la piscina se llenaba con una mezcla de comida. Los tritones comían sin restricciones, sus cu...