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Capítulo ochenta.

La madre de Meera dejó el vaso de agua suavemente frente a su esposo, observándolo cuidadosamente. Sus cejas se fruncieron mientras se sentaba a su lado.

—¿Eso es todo? ¿No dijo nada más?— preguntó, su voz cargada de incredulidad.

El padre de Meera tomó un sorbo del vaso, su expresión aún nublada ...