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Capítulo cincuenta y ocho.

Karan abrió la puerta del coche para Meera, y ella salió, sus piernas temblorosas de aprensión. La seda de medianoche de su cuidadosamente elegido vestido susurraba contra sus pantorrillas mientras se estabilizaba, consciente de cómo la tela atrapaba la brisa de la noche. Sus dedos alisaron instinti...