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Capítulo cincuenta y cuatro.

Mientras Meera se acercaba a su lugar de trabajo, sus pasos vacilaron justo afuera de la pesada puerta de roble de la biblioteca, cuyo marco envejecido se erguía como un centinela silencioso. Miró la manija de latón, su corazón palpitando en su pecho mientras se preparaba mentalmente para la confron...