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Capítulo veintiséis.

Siddhartha detuvo su elegante sedán azul medianoche frente a la casa de Meera, el suave resplandor de las farolas proyectando un cálido halo sobre las curvas pulidas de su coche. El leve zumbido del motor se desvaneció al apagar el encendido, la quietud de la noche asentándose a su alrededor.

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