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Capítulo doscientos cincuenta y siete.

Ella emergió lentamente, con una sonrisa que parecía demasiado gentil para ser real. No era una mueca.

Una sonrisa completa, femenina. Pero no había nada suave detrás de ella. Solo veneno.

Se acercó y se sentó frente a él con una calma inquietante, sus ojos recorriendo la sangre en su camisa. —Vay...