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Capítulo veinticuatro.

La campana sobre la puerta de la tienda sonó bruscamente cuando Jiya entró de golpe, con el rostro enrojecido y el pecho agitado por la carrera a través de las bulliciosas calles del mercado. Su cabello oscuro estaba ligeramente despeinado, con mechones pegados a su frente húmeda mientras escaneaba ...