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Capítulo doscientos treinta.

El ceño de la señora Madhav se profundizó.

—¿Qué? ¿Arjun aún no te ha conseguido tu coche personal? —dijo, claramente disgustada.

Los ojos de Meera se abrieron ligeramente—los de su madre también. Incluso su padre se sentó más erguido.

—¡Ese chico! ¿No se da cuenta de que no es seguro? ¿En qué es...