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Capítulo doscientos trece.

Meera salió del auto-rickshaw y le entregó la tarifa al conductor. El ruido del tráfico se desvaneció detrás de ella, pero su mente estaba más ruidosa que nunca. Las palabras de Ishita seguían resonando como una campana de advertencia.

—Acabas de dibujar una línea de guerra.

Suspiró, frotándose la...