Read with BonusRead with Bonus

Capítulo ciento noventa y cuatro.

Meera contuvo la respiración. Su espalda se enderezó. —¿Hola? ¿Quién eres?— preguntó, la confusión ya apretándole el pecho.

La mujer se rió débilmente, no de manera divertida, sino de forma burlona. —¿Necesito explicarme? Debería preguntarte a ti eso—¿quién diablos eres y qué quieres con Arj...