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Capítulo ciento ochenta y ocho.

Las suaves risas de Jiya resonaban a su lado, y Meera le lanzó una mirada aguda desde el rabillo del ojo.

—¿Por qué te ríes así? —susurró Meera, con la voz cargada de sospecha mientras miraba alrededor del aula medio llena.

Jiya se volvió hacia ella con una sonrisa traviesa, claramente disfrutando...