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Capítulo ciento ochenta y dos.

El coche comenzó a moverse suavemente, pero su atención seguía desviándose hacia ella.

Desde el rabillo del ojo, notó lo inusualmente silenciosa que estaba. Con los brazos cruzados, su mirada fija en la ventana como si el mundo dentro del coche no existiera.

Cada vez que intentaba iniciar una conv...