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Capítulo ciento setenta y uno.

—¿Qué demonios?! ¡Eso es pasarse de la raya! —exclamó Jiya, su voz cargada de frustración.

Meera suspiró, revolviendo su té distraídamente—. Lo sé... pero lo más extraño es que mi mamá no dijo ni una palabra al respecto. Como si ni siquiera estuviera enojada.

—¿Y tu papá? —preguntó Jiya, frunciend...