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Capítulo ciento cincuenta y cuatro.

Sus pies se negaban a moverse, como si el suelo mismo la retuviera en desafío.

Su corazón latía dolorosamente contra su pecho, no por miedo, sino por el insoportable peso de la resignación. No podía hacer esto—no otro paso.

Ranveer tiró de la tela suavemente al principio, luego con más fuerza cuan...