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Capítulo ciento cuarenta y ocho.

El deportivo rojo se detuvo bruscamente frente a una mansión imponente situada en la isla privada y aislada.

La mansión era una fortaleza en sí misma, rodeada de altas rejas de hierro, torres de vigilancia y guardias armados patrullando el perímetro. Momentos después, un convoy de elegantes sedanes...